martes, 29 de diciembre de 2009

Capítulo tres

-Espera.- Álex me estaba siguiendo y también había cogido su monopatín. Me puse la capucha de la sudadera, ¡como si así no lo pudiera escuchar!, que tonta que soy, y seguí andando deprisa con el skate en la mano.
-Para un momento.- dijo cogiendome del hombro.
Me quité su mano de encima y me giré.
-Mira Álex, te voy a dejar las cosas claras, te agradezco que me hayas defendido ahí dentro pero tu no volverás a formar parte de mi vida . Lo que ocurrió forma parte del pasado y yo ahora estoy intentando buscar mi presente, y creeme, tu no estás en él. Así que te pido por favor que me dejes tranquila y no intentes nada. Tú y yo jamás seremos amigos.
-Te entiendo...-dijo mirando para otro lado. Pestañeé unas cuantas veces, no creía que sería tan fácil desacerme de él.
-Pues si lo has estendido, me voy.- Dije dandome la vuelta para subirme en el skate. Pero de pronto sentí como me giraba bruscamente y presionaba sus labios contra los míos. Al pricipio intenté quitarme pero sus labios eran cálidos y su lengua reclamaba la mía, fue un beso desesperado de dos lenguas jugando al escondite. Yo quería parar pero a la vez deseaba que no acabase nunca. Finalmente lo empujé y él me miró mordiendose el labio. Eso lo hacía cuando no sabia que decir.
¡Será posible!, me besa a la fuerza y luego no sabe que decir...¡no me lo puedo creer!. Me había besado sin mi permiso, eso era un golpe bajo, ni siquiera me había avisado, lo había echo cuando menos me lo esperaba, era un verdadero canalla.
Cerré el puño furiosa, levanté el brazo y reculé hacia atrás.
En cero coma dos segundos Álex se encontraba con la manos en la nariz, le sangraba sin parar. Yo saqué un pañuelo del bolsillo.
-Ha sido un placer.- Le tiré el pañuelo a la cara y me fui con rapidez subida en el skate; no vaya a ser que me fuese a devolver el puñetazo. Aunque no lo veía capaz de pegarme, pero por si acaso.

Tardé un cuarto de hora en llegar a casa de Dani y cuando llamé al telefonillo contestó su madre.
-¿Quién es?
-Hola Amelia, ¿está Dani?
-No cariño, creía que estaba contigo y con los chicos.
-Ummm..vale, gracias. Hasta luego Amelia.
Andé hasta un parque enfrente de la casa de Dani y me senté en un banco a llorar.
Dani era mi mejor amigo y cuando me hacía falta no estaba. Mi vida no podía ir peor.
Ahora encajaban todas las piezas... Álex no había cenado con nosotros porque él ya lo sabía; Y Nicole... Nicole estaba así de ilusionada por que tenía ocho años, joder, además ella es mitad española mitad norteamericana; Se va todos lo veranos a Estados Unidos. Podemos decir que la mocosa ya está acostumbra y hasta le da alegría.

Es que me superaba; ni siquiera me podía imaginar viviendo allí, ese país no me hacía ninguna gracia, y no yo no quería hablar en otro idioma, no me hacia a la idea de que allí la gente pueda ir con un arma encima, no me lo podía creer. Por qué me estaba pasando esto a mí, si aquí fuera seguro que había cincuenta mil niñas que desean viajar a Estados Unidos, ¿Porqué yo?, ¿Nunca dejaré de ser tan desgraciada?. Que alguien me conteste por favor, que alguien me diga: "No, tu no serás más desgraciada de aquí en adelante por que no irás a los Estados Unidos, te quedarás aquí con tu familia, esto ha sido una broma"...aunque con mi familia, eso era me quedaré aquí con papá...bueno me iré a Almería si hace falta , lo que sea, pero yo de España no salgo.

Todo el parque estaba en silencio, quitandome a mí que me sorbia los mocos constantemente. Aparté de mi cabeza el sonido de las bocinas de los coches, el viento, las voces que se escuchaban  y agudicé el oído para oír lo que me llamó la atención. A lo lejos se escuchaba el ruido de un  skate al chocar contra el suelo, como si alguien estubiera practicando. Crucé todo el parque siguiendo aquel sonido y al final lo vi. Al otro lado de la calle estaba...¡Dani!, hacía cosas increibles con el monopatín. Un momento... Dani nunca ha sido bueno, ¡¿Porqué de la noche a la mañana hacia cosas tan...¡increibles!?!
- Este capullo es una maquina y no me lo ha contado.- Me limpié las lágrimas. Aunque no me lo crellese ni yo, estaba un poco más animada.
Llamé su atención con un fuerte silbido y miró. Cogió el skate e intentó reconocerme. Dani llevaba gafas desde pequeño pero el muy tonto no se las ponía. Al final me reconoció y levantó una mano saludandome. Se alegraba de verme.
-Ven, acercate.- gritó desde el otro lado de la carretera.
Estaba tan ensimismada en mis pansamientos, buscando las palabras perfectas para felicitarlo(por que lo que que acababa de presenciar no se veía todo los días) que crucé la carretera sin mirar.
-¡Cuidado, Vicky!.- Fue lo último que oí antes de que esas dos luces me cegaran y el chirrido de las ruedas frenando contra el suelo me procaran un pitido en lo oídos.
Sentí un grave dolor en la cabeza y perdí la consciencia...


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