martes, 29 de diciembre de 2009

Capítulo dos

Abrí la puerta de casa, pasé rápido y fui hasta la cocina para ver si habían empezado a cenar.
-Te estamos esperando.- Anunció mamá con los brazos cruzados sobre el pecho y repiqueteando el suelo con los zapatos.
-Lo siento.-sonreí-Un segundo.
Abrí la puerta del sótano y tiré el monopatín por las escaleras.
-Ya estoy.-Me senté en mi sitio que por desgracia era al lado de Álex; Pero esta vez él no estaba.
-¿Y Álex?.-Le pregunté a Nicole que me miraba deseosa de contarme algo, como si me importase.
-Arriba. Hoy no va a cenar con nosotros.-Contestó mamá por Nicole. Que extraño, eso no era muy normal, simpre cenabamos todos juntos.
Miré a Nicole.Seguro que ella me lo podía explicar.
-¡Vicky!, ¿sabes qué?.-Dijo ilusionada.
-¡¿Qué?!-Le seguí el rollo. Era una niña, se emocionaba muy fácilmente.
-Nicole, cierra la boca.-Le ordenó Charlie con una sonrisa forzada.

Mamá y papá se divorciaron cuando yo tenía doce años. Papá se fue a vivir a Andalucía y yo me quedé con mamá aquí, en Madrid. Charlie era un viejo amigo de mamá que pronto se convirtió en algo más. Hace tres años que se casaron y desde entonces vivimos juntos, menos yo que estuve un  tiempo lejos de todos.
Álex y Nicole son hijos de Charlie y bueno... yo soy la única hija que tiene mamá. Pero no solo somos cinco en casa, Charlie tiene otra hija que se llama María. Ella tiene veintitrés años y trabaja en una guardería, como maestra. María nunca ha vivido con nosotros pero nos visita muy a menudo. Cuando Mamá y Charlie se casaron ella se fue. No es que María se llevase mal con mamá , no, nada de eso, al revés, es que ella nunca ha tragado a su padre por eso decidió irse a vivir con su novio, el guapo e increible Justin.
-Vicky...¿qué te pasa?.- Preguntó Nicole al ver que me había quedado callada.
-No, nada, solo pensaba...,¿Por qué Nicole no puede hablar?.- Dirigí la vista a Charlie pidiendole una explicación.
Charlie era un hombre encatador y educado(realmente no sabía por qué su hija lo odiaba tanto) aunque yo en estos últimos años había llegado a sentir lo mismo que María. No se si por el simple echo de hacerme convivir con su maldito hijo en una misma casa o por haberse casado con mi madre. Ella y yo estabamos muy bien solas ¿porqué tuvo que entrar en nuestras vidas, en mi vida?, no era capaz de entenderlo y por esas dos cosas lo miraba con desprecio y cada vez que me hablaba no le hacía caso a no ser que fuese importante. Pero la mayoría de las veces lo ignoraba, era una forma fácil de manifestar mi rencor hacia él y a Charlie le desquiciaba que yo me comportara así por eso me divertia muchas veces viendo como se cabreaba con él mismo cuando yo no le respondia a algo.
-Después hablamos, ¿vale?.- Mamá se sentó en la mesa.-por ahora dejad el tema correr.-miró a Nicole levantando las cejas y siguió hablando.- vamos, que la comida se enfría.
-Vale.- Levanté los hombros a modo de indiferencia. Me podía hacer una idea de lo que iba a pasar.
Charlie era un famoso agente de talentos muy conocido por llevar la carrera musical y cinematrográfica de algunas estrellas de Hollywood, por eso viajaba constantemente a Estados Unidos y había veces en las que mamá se iba con él y nosotros nos quedabamos con nuestra vecina, la mejor amiga de mamá. Esos viajes eran muy cortos, de unos días o como mucho una semana. Pero mamá no soportaba alejarse de mí y cada vez que se tenía que ir lo hablaba antes conmigo, despidiendose como si jamás la volviese a ver; era un poco exagerada, había que decirlo todo.
Yo odiaba que se marchase con él, pero claro tampoco era nadie para privar a mamá de eso, además ella se lo pasaba bien, eso era lo único que me gustaba de todo esto, Aunque en el fondo si lo pensaba dos veces casi ni me llegaba a importar; había días en los que la echaba de menos, pero por lo general mi vida seguia igual, sin sobresaltos ni treguas.

Cuando acabé de cenar ayudé a mamá a recoger la mesa y me fui a mi habitación.
Eran las diez y cuarto y me fastidié al no poder ver el hormiguero, ya había acabado. Apagué la tele porque no habia nada que me gustase y fui a la pequeña biblioteca que teníamos en casa.
Una vez llegué, recorrí todas las estanterías acariciando los libros con el dedo índice hasta que me paré en una. En la última estantería estaban los cuatro libros de la saga crepúsculo. Mamá me los regaló hace tres meses, cuando cumplí los dieciseis, pero todavía no los había leido.
Saqué el primer libro títulado: "Crepúsculo" y leí lo que ponía en la contraportada.
Hay tres cosas de las que estoy completamente segura.
Primera, Edward es un vampiro.
Segunda, una parte de él se muere por beber mi sangre. 
Y tercera, estoy total y perdidamente enamorada de él.
Curiosa mezcla, detestestaba los vampiros, me mareaba con la sangre, y el amor no era mi fuerte, y por eso y nada más que por eso nunca me había decidido a abrir uno de estos libros. Pero ya era hora de empezar, no me gustaba dejar libros sin leer. Cuando empezaba algo lo tenía que acabar. Si había empezado a leer el libro más plasta del mundo era una manía mía el tener que acabarlo. 
Otra manía era que antes de empezar un libro tenía que leer la última frase de tal. Lo hacía y para cuando llegaba a la mitad del libro ya se me había olvidado lo que ponía o sea que al fin y al cabo era una gran tontería, pero era mi manía.
Abrí el libro por la última página y leí  la frase que lo terminaba.
Y se inclinó para presionar una vez más sus labios fríos contra mi garganta.
Cerré el libro. Definitivamente no me lo iba a leer...ni este, ni el suigiente...ni lo otros dos. Me daban un mal royo.
-Victoria.- me llamó mamá desde la planta de abajo.
Coloqué el libro en la estantería, salí al pasillo y me asomé sujetandome a la barandilla.
-¿Qué?.- Pregunté. Ella estaba en la escalera también apoyada en la baranda.
-Baja, tengo que hablar contigo.-Lo que yo decía ahora se despide de mí como si el mundo se fuese a destruir o algo de eso.
-Voy.- Fui a mi habitación me puse las zapatillas y bajé al salón.
-¿Que pasa?.- pregunte desde la puerta sin entrar. En el comedor solo estaban ella y Charlie.
-Ven, sientate a mi lado.
Fui hasta el sofá y me senté al lado de mamá. De no haber sido porque me miraban con lastima hubiese creído que esto era un interrogatorio y me iban a meter en la cárcel.
-¿Mamá que está pasando?
Charlie me miró y soltó de golpe:
-Mira Vicky, hemos intentado buscar otra solución pero no la hay. Todo ha sido muy rápido y tu madre y yo ni siquiera esperabamos que esto iba a salir así. Nunca hemos tenido intención de llevaros a vivir a otro lugar, pero esta vez no tenemos otra opción. Las cosas han salido así y de veras que lo sentimos. Teneis que venir con nosotros.

Mientras que Charlie decía todo eso yo miraba a mamá confundida, no dirigí la vista ni una sola vez a Charlie pero eso no quería decir que no lo estubiera escuchando.
Me estaba empezando a alterar porque mamá me había cogido las manos y me apretaba con fuerza, eso era todo, por lo demás no hacía nada. Yo quería escucharlo por su boca, quería que me lo explicase ella, pero no, no hablaba.
Poco a poco sentí como mi respiración se volvía agitada y por mis mejillas comenzaron a caer lágrimas.
Empezaba a entender la realidad de las palabras de Charlie.
-Mamá, por favor dime que está mintiendo, me está mintiendo, ¿verdad?
Mamá cerró los ojos conteniendo las lágrimas y negó con la cabeza. Le solté las manos con brusquedad y ella abrió los ojos.
-¿Y donde se supone que voy a tener que vivir?.-Grité limpiandome las lágrimas.
-Lo siento, cariño.- susurró mamá.
-Lo siento no, mamá, que me digas ¿donde. voy. a tener. que vivir?
Mamá se acercó a mi para abrazarme pero yo no la dejé.
-Ni se te ocurra a tocarme.
-¿Donde es?.- Miré a Charlie desesperada con los ojos empapados y exigí una respuesta.
Charlie que estaba sentado en el sillón individual y tenía sus codos apoyados en las piernas se hizo el loco y se frotó las manos nervioso. Digamos que creía que mi pregunta no iba hacia él.
-Esto es increíble, ¿es que nadie es capaz de decirme donde coño voy a tener que vivir?...
-En Estados Unidos.- Escuché detrás mía a la última voz que desearía haber oído en este momento.
Me di la vuelta y lo miré. Era Álex ¿como no?. No parecía disfrutar de esta situación pero yo sabía muy bien por qué, para él esta noticia era tan molesta como para mí.

-Estados Unidos.-susurré. Pero Álex me leyó los labios y afirmó con la cabeza. No se por qué pero le creí.
Miré a mamá que se podía ver perfectamente que estaba sufriendo, luego a Charlie y otra vez a Álex; que no movió ni un solo músculo. Me pregunté cuanto tiempo llevaría ahí, si lo había visto todo desde el principio. Tenía curiosidad por saber si él también pensaba que mi madre era una cobarde por no tener el coraje de decirmelo, quería saber si Álex me apoyaba.
 Me levanté y me quedé mirando a Charlie y a mamá.
-No, a Estados Unidos no, no me podeis hacer esto.- me puse delante de mamá y señalé a Charlie.-Todo esto es por él ¿verdad?.
-Te equivocas, Victoria, estás sacando las cosas de contexto.
-¿Que?, ¿que yo me equivoco?, ¿pero como puedes ser así?, ¿porqué estás tan ciega, mamá?.- Chillé desesperada.-¿Vas a permitir que cambie mi vida por él?, ¿ Me estás pidiendo que deje a todas las personas que más quiero?, ¿que me aleje de ellas?, ¿porqué?, ¿porqué te tubistes que casar con él mamá, porqué?.
-No, dejame que te explique, escucha Victoria, todo esto...
-No.- la corté.- Tu para mí ya has acabado. Eres tan sumamente egoísta que no te das cuenta del daño que me puedes causar al tomar esta decisión. Ahora me he dado cuenta de que papá tenía razón, ahora comprendo por qué no podía convivir junto a tí, piensas nada más que en lo mejor para tí y para él, no te importa nadie más, eres repugnante.
-¡Vasta ya!.- Gritó Charlie.- No le hables así a tu madre, ni siquiera sabes lo que estás diciendo.
-No le grites.- Álex se puso a mi lado.- Ella no es tu hija.
Miré para otro lado y sonreí. Tenía todas la de salir ganando.
-Alejandro, tu no tienes nada que ver en esta conversación, vete a tu cuarto, vamos.- Le ordenó Charlie. Por supuesto gritando, aunque rara vez lo hacía.
Cogí a Álex de la sudadera y lo empujé para que se pusiera delante de su padre.
-Tiene mucho que ver, ¿o es que solo vais a fastidiarme a mí?. También él tiene que abandonar su casa, sus amigos, ¡su vida!. ¿os parece poco?, lo tiene que dejar todo al igual que yo ¿todavía seguís creyendo que no tiene nada que ver en esta conversación?.- Álex y su padre se miraban con un desprecio más allá de las barreras padre e hijo, hasta que Charlie levantó la vista rompiendo esa lucha  y me miró con una cara que nunca antes había visto, estaba realmente cabreado, pero no me daba miedo.
-Dejalo ya, Victoria, le estás haciendo daño a tu madre, ¿no eres capaz de ponerte en su lugar por una vez en tu vida?
-Charlie, dejame tranquila, si alguien tiene que hablar aquí, esa es mi madre, será mejor que te calles si no quieres que suelte todo lo que pienso de tí.
-Victoria no creas que me va a doler lo que me digas, yo te conozco y se que ahora estás muy alterada como para entender el concepto de tus palabras.
-¡Aaaagg!, eres tan estupido que no te das cuenta, tu no me conoces, para nada me conoces. Por fin entiendo porque tu hija no te soporta. Mi madre y tú sois tal para cuál, por eso haceis tan buena pareja. Yo no me voy de aquí, este es mi lugar y no voy a dejar mi vida por vosotros, que os quede bien claro de una maldita vez. No sois nadie para pedirme eso, no teneis nigún derecho.

Me di la vuelta y  fui al sótano, bajé las escaleras, le pegué una patada a la bicicleta de Álex que volvía a estar donde esta tarde, cogí el skate y salí de casa pegando un portazo.

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