-¿Qué por qué no dejo que las personas me conozcan?- Repetí su pregunta y me quedé pensando. ¿Por qué me hacía esto?, yo no le he echo daño a él, ¿por qué me ataca con eso?, ¿por qué se mete en una guerra que no sabe ni siquiera con que armas se juega?, me gustaría gritarle a la cara que lo odio más de lo que él piensa, ahora mismo me encantaría pegarle otro puñetazo.
- Ese no es tu problema.- Conseguí decir. Puse la vista en el espejo y me di cuenta de que mis ojos estaban humedos, él me había echo llorar,¡ Te odio, gilipollas!, quise escupirle en la cara pero no pude.-¡Ahí tienes tu dichosa respuesta!.- le dije con desprecio. Intenté abrir la puerta pero él se había apoyado y no me dejaba.
-Dejame salir o gritaré.-Le amenazé evitando encontrarme con su mirada, ocultando mis lágrimas, escondiendo algo que él nunca sabrá.- Tú me has dicho que si te contestaba me dejarias tranquila, cumple tu parte del trato.
-Ya, pero tu respuesta no ha sido válida.
-Qué no te haya gustado no significa que no haya sido válida.-Alguien intentó entrar en el baño y al ver que no podía golpeó la puerta y Alex se apartó.
-Pasa, Lucía.- Era Dani quién había golpeado la puerta para que las chicas pudieran entrar pero cuando nos vio se quedó mirando. Como haciendose una idea de lo que habíamos echo aquí dentro. Me miró a mí, luego a Alex y por último otra vez a mí.
-¡Nooooooo!, ¿como puedes pensar eso?.- Dani creía que me había liado con Alex, lo podía leer perfectamente en sus ojos.
Me deslicé entre las chicas para salir de allí y antes de hacerlo me despedí de Alex. Levanté la mano y moví los dedos con una sonrisa en la boca. Chao, amiguito, estoy fuera.
-Me ha encantado hablar contigo.-le dije y él me hizo un gesto grosero con el dedo.
A pesar de haberlo pasado mal ahí dentro, he sabido controlar bien la situación, podía haber roto a llorar pero así no era yo o mejor dicho así no me comportaba yo.
Alex seguía sacandome el dedo.
-Yo también te quiero. Hasta luego.-Le lancé un beso. Admito que todo esto lo hacía para ver su cara. Es que le daba tanta rabia que yo siempre saliese ganando que se tiraba de los pelos cuando yo no lo veía. Era más que divertido darse la vuelta y pillarlo mordiendose el puño o algo así.