lunes, 1 de marzo de 2010

Capítulo veintiuno

Yo jamás había llevado tacones hasta hoy, y vestido...bueno solo me ponía vestidos en ocasiones muy especiales. 
Me aguequé el pelo. Las peluqueras habían echo un buen trabajo; me lo habían ondulado y en el flequillo me habían encho una trenza hacias atrás, ¡me encantaba!, el color naranja parecía más intenso.
Me alisé el vestido y me bajé de los tacones un segundo.
Mi vestido era rojo con adornos marrones y  no era muy pegado. Me volví a subir en los tacones y me tube que agachar para ponermelos, aunque no me dolían los pies preferia tres mil veces mis tenis Nike. Al levantarme miré al espejo y vi a Alex que estaba detrás mía. Grité.
-¿Qué estás...?, me has asutado, ¿cuando has entrado?
-Cuando te has agachado.- Contestó con tono burlón, como diciendo que soy tonta al no saberlo.
-Ah, vale, entonces está bien, entras sin hacer ruido cuando yo me agacho y...¿qué buscas en el baño de las chicas?
-¿Por qué me pegastes?
-¡Vaya!, qué es por eso.
-Mmm...-Me puse la mano en la barbilla pensativa.
-Escúpelo ya, quiero saberlo.
-¡Ah!, ya sé, porque besas como un chucho.-Mentí. Él besaba realmente bien.
Se rió y se sentó en el marmol del lavabo, yo abrí la puerta para salir...
-No te vayas o...
-¿O qué?.- Me quedé parada, de espaldas, a ver que decía.
-O si no me dejarás claro que estás evitandome porque temes enamorarte de mí.
Me di la vuelta, cerré de un portazo y me apoyé en la puerta cruzandome de brazos.
-¿Qué?, ¿qué es lo que quieres?, ¿nos quedamos aquí toda la noche para qué así pienses que no te evito?
-No.
-¿Qué?.- Me quedé pillada.
-Que no.-Dijo totalmemte tranquilo, me daba la sensación que había venido con el plan muy bien estudiado de casa.-
- A ver, niño, tu has insinuado que yo te evito porque temo enamorame de tí.
-Ajá.
-Ja,ja,ja.- Reí a caso echo, falsamente.- Perdona pero no estás tan bueno como para eso.- Mentí más aún. ¡Claro que estaba tan bueno como para eso!, en realidad no estaba bueno, estaba buenisimo pero bastaba que se lo dijera alguien para que se lo creyera más de la cuenta.
-Entonces, ¿qué si no?, a mi me pareció que te gustaba el beso, es más si no recuerdo mal, me lo devolvistes,¿no es así?
- No te equivoques, me obligastes a besarte.- Me puse seria.
-Ese es el tema. Yo te obligué pero tu lo seguistes.
- Mira, ¿sabes qué?, olvidame. Esto es de locos.- Abrí la puerta de nuevo.
-Un segundo, solo quiero hacerte una pregunta y te dejaré tranquila.- Saltó del lavabo y cerró la puerta poniendose cerca de mí.
-Me dejarás tranquila.-Eso no era una pregunta, era una afirmación, una orden.
-Si.- Prometió.
-Pues trato echo.-Total no sería difícil de responder; este tenía la cabeza hueca no le daría para mucho.
-¿Por qué te pones un escudo?, ¿por qué no dejas que la gente te conozca?, ¿ a qué tienes miedo?.- Me soltó eso de golpe y yo me quedé un poco confundida, me sentí incomoda, no por como lo dijo si no por las respuestas, eran mías de nadie más, nunca le iba a responder con siceridad a eso.
-Eh, eh ,eh, para esa boquita; has dicho una pregunta y has echo tres. Si quieres que te responda elige una.- Conseguí arreglar algo.
-¿Por qué no dejas que la gente te conozca?....-Se mordió el labio impaciente y yo me quedé pensando.

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